Día 1: Llegada y primeras impresiones
Llegamos a Florencia al atardecer, cuando la ciudad ya comenzaba a vestirse de noche y los edificios brillaban con la iluminación. Desde el aeropuerto, el tranvía T-2 nos llevó cómodamente al centro, donde bajamos en la parada Unitá. Nuestra primera toma de contacto con la ciudad fue mágica: Santa María Novella y el imponente Duomo nos dieron la bienvenida, y de camino a nuestra casa nos topamos con la iglesia de la Annunziata, cuya belleza interior nos dejó sin palabras. Cerramos el día con una cena en Antica Pizzeria da Michelle, tan abundante que la mitad nos sirvió para el día siguiente.
Día 2: El corazón de Florencia
La jornada empezó fuerte con la subida a la cúpula del Duomo, accediendo por la puerta de la Mandorla. Escalamos 643 escalones entre las dos cúpulas diseñadas por Brunelleschi, disfrutando de frescos impresionantes y unas vistas inolvidables. Tras la cúpula, visitamos el Baptisterio, aunque estaba parcialmente en restauración. Después, hicimos una parada en el Museo de la Ópera del Duomo, imprescindible para entender la historia del complejo catedralicio. Continuamos con los restos de Santa Reparata, el antiguo corazón de la catedral.
Después, visitamos Santa Croce, donde descansan Miguel Ángel y Galileo. Comimos en Gusto Leo, muy recomendable, y por la tarde exploramos el Palacio Vecchio. Subir a su torre fue un desafío para las piernas, pero las vistas compensaron el esfuerzo. Terminamos el día con un paseo nocturno junto al río, desde donde capturamos el Puente Vecchio iluminado.
Día 3: Arte en los Uffici y jardines
Comenzamos en los Uffizi, un paraíso para los amantes del arte. Las obras de Botticelli, Lippi y Bronzino nos dejaron sin aliento. Para almorzar, probamos una schiacciata en Antico Vinaio que fue un espectáculo: mortadela, stracciatella y pistacho.
Cruzamos el Puente Vecchio, aunque nos decepcionó un poco que estuviese tan lleno de joyerías comerciales sin ningún encanto, y llegamos al Palacio Pitti, una exhibición de ostentación renacentista. Paseamos por los jardines de Bóboli hasta que el cansancio nos detuvo. Por la tarde visitamos la capilla Brancacci y terminamos en Santa Maria Novella y la iglesia de Ognissanti, donde nos sorprendió encontrar la discreta tumba de Botticelli.
Día 4: La Galería de la Academia y paseo por el centro
Visitamos la Galería de la Academia, donde nos maravilló el David de Miguel Ángel junto a sus inacabados Esclavos. Exploramos la iglesia de San Lorenzo y las impactantes capillas mediceas, culminando con las tumbas de Giuliano y Lorenzo de Médici, un sueño cumplido.
Comimos en una auténtica spaghetteria local (¡qué maravilla ver cómo preparaban todo delante de nosotros!) y seguimos con el Palacio Medici Riccardi, donde nos encantó la capilla con frescos espectaculares y la Virgen de Lippi. El día terminó con un paseo relajante y una última schiacciata.
Día 5: Despedida histórica
Nuestro último día fue más relajado. Disfrutamos de un café local antes de visitar el Bargello, un museo de escultura donde destacan el Mercurio de Giambologna y el David de Donatello. Paseamos por las callejuelas sin rumbo, redescubriendo rincones del centro histórico y despidiéndonos del Duomo y la Plaza de la Signoria.
Terminamos el viaje con un almuerzo en Osteria Il Peccatori y una última visita a Orsanmichele, un broche perfecto para cerrar esta aventura.